La actividad física entrega grandes beneficios a nuestra salud física y mental, pero también es cierto que al realizarla corremos el riesgo de sufrir alguna de las variadas lesiones deportivas, como: caídas, golpes y torceduras.
En ese sentido, una investigación realizada por la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, evidenció que, si bien las causas que producen lesiones son multifactoriales, es común que aparezcan en los ejercicios que conllevan carga cuando no hay una adecuación, bien hecha, en relación con las características físicas o anatómicas del deportista.
Por otra parte, existen las lesiones por frío, muy comunes en otoño e invierno. Época en la que se presenta con mayor frecuencia la rigidez articular y la reducción de la flexibilidad muscular, lo que aparece cuando nos exponemos de forma prolongada a temperaturas más bajas.
Lo ideal es eludir tanto las peores lesiones del deporte, así como aquellas que se consideran “leves”. Al conocerlas, podemos prevenirlas, en especial en época invernal, donde por una cuestión de temperaturas se está más susceptible a su aparición. Las más comunes suelen ser:
Se provoca a causa de una pequeña rotura en las fibras musculares cuando sometemos los músculos a esfuerzos más intensos de lo habitual, produciendo algo de rigidez, dolores molestos e incluso algo de hinchazón.
Podemos prevenirla con un calentamiento a base de estiramientos dinámicos y articulares y una actividad cardio de baja intensidad. También procura vigilar tu postura durante los ejercicios y al terminar realiza elongaciones suaves y controladas.
Ocurre cuando los ligamentos (tejidos que unen los huesos con las articulaciones) sufren una violenta torsión a causa de caídas, contorsiones o golpes. Es una lesión muy dolorosa (tiene 3 grados: Leve, Moderado y Grave) que genera inflamación, hematomas y hasta inmovilidad del área afectada.
Podemos evitar su aparición fortaleciendo los músculos y articulaciones, los ejercicios de equilibrio y coordinación resultan muy útiles para esto. Asimismo, mantener una buena elongación nos ayuda a reducir el riesgo de padecerlos.
Ocurre cuando la cabeza del húmero sale de su posición normal. Causa dolores intensos, inmovilidad del brazo, inflamación y hasta deformaciones en el hombro. Es común en deportes que exigen movimientos bruscos del brazo, contactos fuertes y caídas.
Podemos eludir esta lesión realizando estiramientos en la fase de calentamiento, evitando movimientos que resulten muy bruscos y con alto peso, además de fijarnos en tener una adecuada distribución del peso entre ambos al realizar fuerza, podemos ocupar máquinas de ejercicio que nos facilite esa tarea.
Si bien, esta no es una de las peores lesiones del deporte, sí es una de las más dañinas a nivel articular. Cuando la sufrimos, produce inflamación y se pierde la capacidad de flexionar y estirar la pierna.
Para impedir que ocurran, hay que realizar ejercicios de tensión y extensión de rodillas, pequeñas caminatas o marchas en el lugar y estiramiento de los isquiotibiales, cuádriceps y pantorrillas. También procura tener una adecuada postura durante el ejercicio.
Para contar con una tranquilidad adicional, es recomendable contar con un seguro de accidentes y salud que entregue cobertura en medicamentos y radiografías, hasta en la fisioterapia o cirugía que podríamos necesitar. Así encuentras en Help Seguros:
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